SOBRE MÍ

Toda mi vida he buscado algo más allá de lo que conocía y más allá de lo que me dijeron que la vida “se suponía que debía ser”. Todo lo que otros llamaban vida, sexo o amor, siempre me pareció poco.
Toda mi vida he creído en la posibilidad de un mundo que mis oídos no podían oír, mis ojos no podían ver y mi piel no podía tocar. He vivido con sed. Sed de amor, de paz, de dinero, de familia, de la celebración y la alegría de estar viva.
Y gracias a Dios/a que seguí buscando. Gracias a Dios/a que escuché ese anhelo. Porque nunca fue insatisfacción ni carencia. Era el recuerdo de algo más grande. Era el llamado de mi alma cada vez que intentaba saciar esa sed con algo que no era lo que mi alma realmente anhelaba.
Pero nunca hubiera podido imaginar que lo que nos falta como humanidad tendría una magnitud tan sagrada. Tan vasta en verdad, tan radiante en belleza, tan feroz en poder.
Sé por experiencia lo complejo que puede ser para quienes elegimos vivir encarnando el alma. Requiere una profunda devoción y compromiso, con todas las pruebas en las que una se pierde o se distrae por las voces de la identidad.



Con más de veinticinco años de estudio y práctica interior, mi viaje comenzó en la adolescencia, impulsado por un anhelo profundo de una intimidad y un sentido que el mundo a mi alrededor no podía ofrecerme.
Desde joven sentí el llamado de participar en la transformación social. Durante más de una década me dediqué a la investigación y la curaduría de programas culturales y educativos en museos, creyendo que ahí encontraría un propósito, en instituciones centradas en la exploración intelectual, la belleza simbólica y lo que entonces percibía como vanguardia. Pero con el tiempo reconocí la ilusión: las rutinas estériles, la competencia no nombrada, el ambiente inquieto de salas donde el chisme reemplazaba la conversación real, o donde me encontraba en desacuerdo con el uso superficial de fondos públicos, sin profundidad ni verdadero impacto. Esa no era la vida que anhelaba, ni ese lugar reflejaba los valores que deseo ver en el mundo.
He transitado caminos que pocos se atreven a nombrar. Trabajé como escort, como trabajadora sexual, donde el cuerpo -esa casulla sagrada- se convierte en campo de batalla de proyecciones e historias. Conozco el terror y el precio de narrativas moldeadas por la ignorancia, la superioridad moral y la vergüenza heredada. He sido testigo de cuán fácilmente la sociedad castiga aquello que se niega a reconocer en sí misma. Esa experiencia me abrió los ojos a heridas sistémicas más profundas y despertó en mí un compromiso más encarnado, que me llevó a casi diez años de activismo político y por los derechos humanos.
Y sin embargo, también conozco la claridad que nace de dejar de delegar tu valor, la madurez que llega al elegir el amor por encima de la pertenencia al grupo. La fuerza que no proviene solo de la experiencia, sino de lo que una está dispuesta a aprender de lo vivido. Y la compasión que florece cuando el juicio se transmuta en presencia. Todo esto ha agudizado mi discernimiento, ha suavizado mi corazón y ha refinado mi compromiso con la verdad.
Mi trabajo no vive en teorías ni en marcos intelectuales. Nace de la devoción. Una devoción que habita en el centro del corazón. En la sangre. En el fuego. En el amor.
Al servicio de la Celebración por Venir,
Isabela
Creencias, Fe & Valores
La Verdad y la Bondad sólo nacen si hay Belleza.
1
Honestidad Radical.
2
Nuevas almas -niños/as- por encima de todo.
3
La Divina Providencia es una Celebración.
4
Honrar todas las Etapas de la Vida.
5
Dios/a juega a esconderse en nuestro interior para que lo busquemos y encontremos.
